Supo sin la menor duda que no se iría de la isla, que de alguna manera iba a quedarse para siempre en la isla.
A veces la lectura de un texto puede ser una experiencia total y plena de los sentidos. Tan potente que la realidad y la ficción se entremezclan en la mente del lector confundiendo lo empírico con lo virtual. Lo que voy a narrar pudiera ser un ejemplo de la magia que, a veces, se produce entre lo leído y lo vivido. Me ocurrió hace pocos días atrás con la lectura del cuento La isla a mediodía.
Soy un lector entusiasta de Julio Cortázar desde mis años de juventud a inicio de la década de los ochenta. Descubrí, o mejor dicho me descubrieron, "Los Relatos" publicados en distintos tomos en Alianza Editorial -creo recordar-. Fue impactante para un lector novato y deseoso de nuevas experiencias como era yo en aquella época. Confieso que muchos de aquellos cuentos no acertaba a comprender, me resultaban crípticos, oscuros, pero me fascinaban y no podía detener su lectura. Cuando leí, con veinte años, Axoloth acababa de regresar de una visita a Londres donde en un acuarium había quedado perturbado con la contemplación de este extraño pez anfibio. Durate la lectura del relato supe que Cortázar había sentido e interiorizado la mirada casi humana que posee este animal. El protagonista del cuento y yo habíamos experimentado las mismas sensaciones y Cortázar supo expresarlo con palabras. Por ello este cuento de forma especial me ha acompañado a lo largo de estos últimos años.
Pero quisiera narrarles lo que me sucedió hace pocos días viajando en un vuelo transoceánico entre México y España. Salimos de noche del aeropuerto de Monterrey y después de varias horas de vuelo cuando desperté descubrí que estábamos en un punto indeterminado del Atlántico en torno al mediodía. Aunque dentro de la cabina del avión estábamos a oscuras, como si fuera de noche, entreabrí mi ventana y pude contemplar el azul del océano y el brillo de la luz del día.
Abrí un libro que llevaba con una selección de relatos de Cortázar y volví a leer Axoloth. Sigue gustándome. Al finalizar me detuve en otro cuento que no conocía. Se llamaba La isla a mediodía. Su lectura fue turbadora. Fue una experiencia intensa provocada por el contexto en que lo leí. Leer dicho cuento a doce mil metros de altura, dentro de un avión y contemplando el mar a tus pies fue un regalo del azar. La lectura de este mismo texto en otro escenario como pudiera ser el sofá de casa, de noche en la cama, o con un café en una mesa de un bar no hubiera sido tan plena de sensaciones como la experimentada en aquellos instantes dentro del avión. Ningún multimedia podrá ser tan pleno de emociones como esa mezcla simultánea que vivencié entre la lectura del relato y la propia realidad en la que me encontraba. Fue un breve momento en el que se cruzaron la ficción y lo empírico.
P. D. Si quieres saber de lo que estoy hablando y vivir esta misma experiencia imprime en papel
este cuento de Cortázar y guárdalo en tu maleta sin leerlo. Espera a subirte a un avión y cuando sea mediodía sobre el mar, léelo. Busca la isla del cuento través de la ventanilla. Desearás no encontrarla y continuar tu viaje.
4 comentarios:
hola Manuel!!
comparto este gusto por Cortázar!! hace no mucho terminé de leerme Rayuela ( uno de los primeros autores en utilizar el hipertexto, una forma nueva y divertida de leer los libros).
No me he leído este cuento pero este verano que viajaré, intentaré realizar esa misma experiencia,ya que como bien sabes, también vivo en una isla.
saludosss
Mi historia favorita de Cort�zar por muchos motivos, entre ellos las referencias a las islas griegas.
Muy acertado el post, pero tengo una peque�a objecci�n: no deber�an leerlo en vuelo los que tengan miedo de volar y cr�eme que son muchos...
Un cordial saludo desde Grecia.
Hola Manuel Buenos días, aquí en Mérida gustan mucho de las lecturas de Cortázar, yo no he tenido el gusto de leerle pero lo haré bajo tu recomendación,pues tengo dos viajes pronto, precisamente uno a Coahuila, México y otro a Costa Rica. Un saludo cordial.
Marisa
Manuel, hace no mucho tuve la oportunidad de ir a una exposición de fotografías de Cortázar, sin duda muy interesante...
Un saludo:
Amalia**
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